Desde el primer documento de compra de tierras en la zona que obra en los archivos familiares, fechado en 1.543, pasando por la concesión a la familia de una heredad en Villarrobledo firmada por Felipe ll en 1591, hasta la batalla de Villarrobledo en la I guerra carlista (20/9/1836) en el que los viñedos de la Heredad de Atencia y Las Clavellinas, que estaban a punto de ser vendimiados, quedaron arrasados, hay evidencias de la relación de la familia con el campo y con la viticultura de la zona.
En las primeras décadas del siglo XX llega la filoxera arrasando casi la totalidad de las viñas. Buscando la continuidad del cultivo en la Heredad de Atencia, Mery de la Peña Acacio (Viuda de Pedro Acacio Sandoval) emprende la primera reconversión de viñedo en la finca, plantando cepas americanas e injertándolas con variedades autóctonas.
Durante segunda mitad el siglo XX, el cultivo de la vid y la elaboración de vinos a granel cobró especial relevancia, Matilde Acacio de la Peña, una de las cuatro hijas de Mery, ampliaría considerablemente la extensión de viñedo en el “El Gordo” donde, hoy en día se encuentra nuestra pequeña bodega de elaboración y crianza. Durante estos años nuestros vinos eran enviados a importantes zonas como Rioja o Jerez.
En la década de los 70 y 80, Antonio Nuñez-Arenas Hernández y Raquel Blat Acacio inician un proceso de modernización de la Heredad de Atencia y las Clavellinas, introduciendo nuevos cultivos y tecnologías.
Continuar con el cultivo de la vid y la elaboración de vinos requerían importantes inversiones que los precios de venta del momento desaconsejaban, por lo que se decide el cierre de la bodega y el arranque de la mayoría del viñedo.
Pero el tiempo pasa y estamos en el siglo XXI, Fernando y Alfonso, hijos de Antonio y Raquel han recogido el guante de su propia historia y, bajo el antiguo lema -OMNIA IN MELIUS- (siempre a mejor), han vuelto a sus viñas con espíritu renovador y con un nuevo proyecto para elaborar vinos de guarda.